La gran idea: tu personalidad no es fija | Libros sobre salud, mente y cuerpo.

¿Alguna vez has deseado ser más organizado o más social? ¿O más ingeniosos y originales? ¿Quizás estás constantemente preocupado y prefieres ser un poco más despreocupado?

Si alguno de estos pensamientos te parece cierto, estás lejos de estar solo. Varias encuestas muestran que al menos a dos tercios de las personas les gustaría cambiar algo de su personalidad. En el pasado, tales deseos parecían en vano. Se pensaba que nuestras personalidades se formaban en la infancia y permanecían fijas durante toda la vida. Al igual que el leopardo proverbial que nunca podría cambiar sus manchas, nuestras virtudes y nuestros defectos estaban destinados a ser entretejidos en el tejido de nuestra psique.

Sin embargo, investigaciones científicas recientes desmienten esta expectativa de permanencia de la personalidad. Con las estrategias psicológicas correctas y suficiente esfuerzo, muchas personas pueden moldear con éxito sus rasgos básicos en la forma que desean.

Hay muchas formas de medir la personalidad, pero mucha investigación se ha centrado en cinco rasgos específicos que se cree que comprenden nuestras características más fundamentales. Conocidos como los ‘cinco grandes’, son: extroversión: qué tan extrovertido y sociable eres; escrupulosidad – qué tan organizado y disciplinado eres; amabilidad: cuánto le importa la armonía social; neuroticismo: qué tan nervioso y sensible eres; y apertura a la experiencia: cuán imaginativo y curioso eres.

En miles de estudios, los psicólogos han demostrado que los puntajes de las personas para los cinco grandes pueden predecir resultados importantes en una variedad de áreas. Las personas que obtienen un puntaje alto en conciencia, por ejemplo, obtienen mejores calificaciones en la escuela y ganan más. Aquellos con una puntuación alta en neuroticismo, en cambio, son más propensos al estrés, lo que afecta su salud.

Es casi seguro que nuestros genes juegan un papel: es por eso que las personalidades de las personas a menudo reflejan los rasgos de sus padres biológicos y por qué los gemelos idénticos son más similares que los hermanos no idénticos. Se pensaba que la influencia de nuestro entorno social terminaba en la edad adulta temprana, cuando el cerebro alcanza la madurez. Si esto fuera cierto, no esperaría que las personalidades de los adultos cambiaran naturalmente con el tiempo, y no sería posible moldear la personalidad a voluntad. Sin embargo, eso es exactamente lo que el profesor de psicología Nathan Hudson y sus colegas han demostrado con una serie de estudios innovadores.

Sus intervenciones suelen consistir en prescribir actividades regulares que reflejen los rasgos de personalidad que las personas desean adoptar. Un introvertido que desee ser más extrovertido, por ejemplo, podría tratar de presentarse a un extraño una vez a la semana o conversar con el cajero de su supermercado local. A alguien que quiera ser más concienzudo se le puede pedir que revise un correo electrónico cuidadosamente antes de enviarlo o que escriba una lista de tareas pendientes antes de irse a la cama. A una persona neurótica se le pueden dar ejercicios para mejorar la regulación emocional, como escribir los sentimientos cuando amenazan con volverse abrumadores.

Aunque estas tareas puedan parecer insignificantes, el objetivo es que los patrones de pensamiento y conductas que generan se vuelvan habituales. Y la evidencia hasta ahora sugiere que funciona notablemente bien. En una prueba de 15 semanas con casi 400 personas, los participantes aceptaron un promedio de dos desafíos por semana. Siempre que realmente completaron estas tareas, sus rasgos se movieron en la dirección deseada, de acuerdo con un cuestionario estándar de los Cinco Grandes.

Se pudieron ver resultados igualmente emocionantes en un experimento posterior, que utilizó una aplicación de teléfono inteligente para entrenar a los participantes en sus cinco grandes rasgos deseados. Básicamente, este estudio involucró una muestra mucho más grande: 1500 personas. Y además de los típicos cuestionarios de autoinforme, pidió a los amigos y familiares de los participantes que calificaran su personalidad antes y después de la intervención. Las diferencias seguían siendo evidentes tres meses después del final del experimento. Como argumentó Aristóteles hace más de 2.300 años, nos convertimos en lo que hacemos repetidamente.

La inesperada maleabilidad de nuestra mente debería ser una buena noticia para cualquiera que desee ser un poco más sociable, organizado o despreocupado. Otro beneficio potencial es que el conocimiento de esta investigación podría ayudar a mejorar la salud mental.

Las condiciones como la depresión y la ansiedad a menudo se caracterizan por sentimientos de impotencia: las personas creen que los sentimientos negativos son parte de lo que son y que es poco lo que pueden hacer para cambiarlos. Esto puede empeorar la tristeza y la preocupación que enfrentan, y también puede hacerlos más resistentes al tratamiento o a los cambios en el estilo de vida que podrían acelerar su recuperación.

¿Qué pasa si educar a las personas sobre su potencial para el cambio de personalidad las pone en una trayectoria más positiva? Para probar esta idea, Jessica Schleider, profesora asistente de psicología clínica en la Universidad de Stony Brook en Nueva York, y John R Weisz, profesor de psicología en Harvard, seleccionaron un grupo de alrededor de 100 adolescentes que ya habían mostrado signos de ansiedad o depresión. Tomaron un curso breve basado en computadora que explicaba la ciencia de la plasticidad cerebral, así como declaraciones de estudiantes mayores, que describían cómo habían crecido durante sus años escolares. Luego se les entregaron hojas de trabajo para consolidar lo aprendido.

Cuando Schleider y Weisz revisaron la salud mental de los adolescentes nueve meses después, los estudiantes informaron una disminución significativa en su ansiedad y depresión en comparación con los que habían tomado un curso sobre «expresión emocional». Desde entonces, la misma estrategia se ha probado en otros entornos, con un mayor número de participantes, lo que produjo resultados igualmente positivos. Enseñar a las personas sobre el crecimiento de la personalidad no es una panacea, pero estos hallazgos sugieren que puede ser una herramienta útil para ayudar a desarrollar una mayor resiliencia psicológica.

Ya sea que esté luchando con problemas serios o simplemente quiera pulir sus bordes más ásperos, es reconfortante saber que el personaje finalmente está en sus manos. El ADN y nuestra educación pueden predisponernos a ciertos rasgos, pero también tenemos el poder de dar forma a nuestro futuro.

David Robson es el autor de El efecto de la expectativa: cómo su mentalidad puede transformar su vida.

Otras lecturas

Sé quien quieras: desbloqueando la ciencia del cambio de personalidad por Christian Jarrett (Robinson).

Trascender: la nueva ciencia de la autorrealización por Scott Barry Kaufman (Tarcherperigee).

Metamorfosis: cómo y por qué cambiamos por Polly Morland (perfil).

Deja un comentario