Cuando mis hijos eran pequeños, acostumbraba a bromear sobre sus preferencias de lectura. Del más joven (que tal vez tenía trece años), diría: “No sabemos si sabe leer”. Si Wonderworks hubiese existido entonces, habría sentado a mi hijo y le habría leído palabra por palabra la exploración de Angus Fletcher sobre la historia y la sicología de la literatura. Creo que esto puede haberlo persuadido, y espero que persuada a otros de que hay beneficios y placeres que se pueden derivar de la literatura que son únicos y valiosos. A diferencia de muchos escritores que han analizado de qué forma marchan las distintas formas (como hice yo en mi libro Trece formas de mirar la novela), Fletcher se centra en lo que los sicólogos cognitivos han aprendido sobre qué unas partes del cuerpo hacen el cerebro humano y de qué forma lo hacen, y se refiere solamente a obras renovadoras en la historia de la literatura y sus formas relacionadas: canciones, ópera, cine y TV. Explora muchas obras que conocemos (La Odisea, Hamlet, Don Quijote, Mrs Dalloway, treinta Rock) y otras de las que tal vez jamás hayamos oído charlar (La epopeya de Soundiata, El sueño de la habitación roja, Varney, el vampiro). Su deseo no es calificarlos ni clasificarlos, sino más bien enseñar de qué forma han contribuido al creciente atrayente y poder de la invención y la narrativa.
El estilo de Fletcher es alegre y, frecuentemente, divertido: una de mis líneas preferidas es «Para llegar a todos y cada uno de los lectores de Clarissa y brindarles un tratamiento hospitalario completo, una novela no podría llegar a la mitad como Tom Jones». En cambio, cada una de sus páginas ha de ser absolutamente romántica y absolutamente irónica. De alguna forma, Fletcher es una especie de Jeeves, que nos lleva por el Castillo de la Literatura de una forma respetuosa mas consciente.
Innovadora… Tina Fey como Liz Lemon en treinta Rock. Fotografía: NBC / NBCU Photo Bank a través de Getty Images
Todos tenemos preferencias literarias y las tendencias van y vienen. La relevancia del realismo parco (por servirnos de un ejemplo, Anthony Trollope) da paso a la fantasía (El retrato de Dorian Gray, La vuelta del tornillo). Fletcher se asegura de que se exploren todos y cada uno de los géneros (y no hay patentiza de cuál prefiere) pues todos y cada uno de los géneros alteran el cerebro, tanto los pensamientos como las emociones, de formas diferentes y productivas. En su sección sobre «penny espantosos», Fletcher examina de qué forma los escritores del siglo XIX emplearon el suspenso y la empatía (y el papel asequible) para captar una audiencia diferente: «pilluelos de la calle, conductores de lignito, cazadores de ratas, mercaderes y otros miembros de los victorianos pobres y apenas alfabetizado ”. Los capítulos emplearon el suspenso para producir ventas mas, conforme Fletcher, asimismo emplearon una sensación de conexión continua con los personajes conjuntada con «dopamina parcial», algo ameno en la semirresolución del suspenso, mas no tanto. El placer que sentimos son capaces de dejar de leer. Curiosamente, Thomas Peckett Prest, un fecundo productor de penny dreadfuls, extrajo sus ideas de su errada carrera como vocalista de ópera y de su conocimiento de las obras de Monteverdi.
Virginia Woolf gozó En busca del tiempo perdido, mas halló bastante difícil a Ulises
Quizás una de las secciones más atractivas es la exploración de Fletcher sobre de qué forma Virginia Woolf halló a la Sra. Dalloway. Sabemos que todos y cada uno de los escritores deben mucho a los escritores precedentes, mas no siempre y en todo momento sabemos en quién pensaban cuando se les ocurrieron sus ideas, o bien de qué forma se unieron esas influencias. Fletcher especifica de qué forma Woolf padecía las teorías misóginas de las enfermedades mentales y las «curas de reposo» que abundaban en su temporada, y empleaba la lectura para su comodidad. Una novela de Dorothy Richardson la introdujo en la corriente de la conciencia, entonces leyó En busca del tiempo perdido, que gozó, mas fue Ulises, a quien halló bastante difícil de leer (mucho menos estimar) lo que le dio la idea de saltar. entre múltiples conciencias diferentes y empleándolas todas y cada una para explorar la vida rutinaria. Fletcher escribe: “Quería que , sus lectores, supiésemos el beneficio siquiátrico de probar nuestra ‘libertad’ … Como ha revelado la neurociencia moderna, el estilo de la Sra. Dalloway puede generar una sensación de libertad sicológica que dé la paz terapéutica que la propia Woolf buscado.
En estos tiempos espantosos, Fletcher, no obstante, tiene esperanzas para el futuro de la literatura (y, en consecuencia, de la raza humana). Casi lo creo. Muchas veces las obras conocidas que nos atraen (Macbeth, La letra escarlata, La plaga) son espantosas y pensamos que deberían hacernos desesperar, mas Fletcher arguye de forma contundente que utilizar aun los libros más tristes para probar nuevos sentimientos y aprender de es la mejor forma de hacerlo. camino a continuar para escritores y lectores.
Wonderworks: Literary Invention and the Science of Stories es una publicación de Swift (£ veinte). Para respaldar a Guardian y Observer, adquiera una copia en guardianbookshop.com. Pueden aplicarse cargos por envío.